Conozco muchos casos y sin duda ustedes conocen otra buena cantidad por los cuales un acuarista inicia con un problema, que procura resolver de buena fe, pero luego le sobrevienen otros problemas. Una racha, uno tras otro hasta el punto en que el acuarista se sale del pasatiempo o bien, se cuestiona si debe seguir con su acuario.
Veamos cuadro a cuadro las imágenes de ese fotograma en la vida de cualquier acuaristas y que en nuestra historia vamos a llamar Juan. Un nombre ficticio que bien representa en uno u otro momento nuestro transitar como acuaristas.
Nuestro Juan lleva poco tiempo de haber ciclado su acuario, optó por hacerlo por la vía del ciclado exprés que le habían recomendado pues sus ganas de tener un acuario como esas fotos que siempre veía en su grupo de WhatsApp le ganan a la paciencia.
En la primera semana, luego del ciclado Juan ingresa sus primeros peces, una hermosa pareja de payasos Black Storm, a las semanas introdujo un pequeño cardumen de chromis viridis, luego, gracias a la magia de Pixar y “Buscando a Nemo” ingreso a Dory, un cirujano azul (Paracanthurus hepatus) y así fue ingresando otros peces en su acuario. A los cuatro meses ya Juan tenía un grupo bonito de peces luciendo en su acuario de 500 litros.
Juan siempre había querido tener un Polvo Azul (Acanthurus leucosternon) pero hacía tiempo que no llegaban por su tienda local. Un día que pasó por la tienda se percató que habían llegado así que lo compró inmediatamente para no quedarse sin su anhelado pez.
¿Quiénes de ustedes pueden decir que no han sentido ese impulso magnético, esa compra compulsiva que todo acuarista llega a vivir por ciertos corales o peces?
Juan en sus ganas de lucirlo en el acuario principal, se fio de la cuarentena que hacía su tienda, pues después de todo ya había ingresado peces de ellos a su acuario sin ningún problema.
Tan pronto como lo ingresó, su cirujano azul comenzó con lo esperado, agrediendo y dandole un buen bulling a ese recién llegado, pero Juan estimó que como era de noche y pronto se apagarían las luces todo estaría mejor al día siguiente entre su cirujano azul y su polvo azul.
Lastimosamente no fue así y su Polvo Azul comenzó a refugiarse en cuanta grieta encontrara y tan solo un par de días después ya el pez tenía Velvet u Oodiniu (Amyloodinium ocellatum) que se extendió a todos los peces sanos que tenía el acuario.
En un impulso por resolver el problema, Juan, principiante en el pasatiempo y mal aconsejado, decide tratar su acuario con cobre en vez de sacar los peces enfermos a un acuario hospital.
Como consecuencia del tratamiento por cobre pierde sus caracoles, gambas, corales, menos sus blandos, así como casi todos sus peces.
Tan solo se salva su lábrido Melanurus. Juan, erróneamente cree que el cobre salvó su lábrido, pero un compañero de afición le explica que no fue el cobre, sino la gruesas capa mucosa que tiene la que lo salvó del Velvet y le explica, que dada la rapidísima propagación del Velvet y su alta tasa de mortalidad esta enfermedad no puede tratarse solo con cobre y menos en el acuario principal.
Lastimosamente para Juan esa información llega muy tarde, pero su historia no termina aquí, pues, el efecto dominó ya estaba en marcha.
Dada todas las muertes no visibles que sufrió el acuario de pequeños y microorganismos como consecuencia del cobre, el nitrato y el fosfato se dispararon.
Juan no comprende por qué sucedió esto si él retiró todos los peces muertos, pero como sabemos, muerte es muerte, e implica la descomposición de organismos, aunque no los podamos ver.
Estos organismos que mueren no solo contaminan, sino también, que dejan de trabajar para el ecosistema, pues antes consumían, antes controlaban también esos nutrientes que aparecieron absorbiéndolos o transformándolos.
Viendo Juan que sus nutrientes se disparan recurre al uso de fuentes de carbono orgánico (vodka, vinagre, nopox, etc) a fin de alimentar bacterias aeróbicas y que estas se multipliquen rápidamente y consuman esos nutrientes que se subieron.
La medida le funciona a Juan y estos nutrientes bajan rápidamente en unas semanas, pero lo hacen en un ecosistema que está roto, en un ecosistema que tiene su equilibrio biológico quebrado.
Juan luego nota que comienzan a salir hilos color marrón de entre las rocas y sustrato, día a día ve más, estos van tomando todo el acuario y a los pocos corales blandos que lograron sobrevivir al cobre.
Ese ojo no entrenado de Juan le hace pensar que aparecieron diatomeas, pues dado los nitratos y fosfatos altos, así como por el cobre que tenía, había realizado varios cambios de agua con su agua del grifo y, como cuando cicló su acuario, le habían dicho que esa alga marrón que inicialmente le había aparecido era diatomea, un resultado de los silicatos de su agua de grifo introducidos.
A este momento no tengo duda que ustedes ya dedujeron que Juan no tenía diatomeas, sino otro problema.
Sí, el acuario de Juan ha sido tomado ahora por dinoflagelados que al recibir oligoelementos fresquitos con los cambios de agua, nutrientes cambiados abruptamente y sin la presencia de competidores biológicos, que tenían a raya los dinoflagelados, estos se volvieron muy rápidamente los reyes de la colina y para terminar de ajustar lo que el cobre no hizo, los dinoflagelados se encargan de matar a los pocos caracoles y ermitaños que quedaban por su toxicidad.
Ya para cuando Juan a resuelto el problema de los dinos decide tomarse un segundo aire en el pasatiempo, claro, ya muchos otros Juan a esta altura ya habían dejado el pasatiempo, pero no nuestro Juan. Así que comienza a introducir nuevos corales, gambas y otros invertebrados, pero se confunde pues no duran vivos mucho tiempo cada vez que los introduce y piensa que no los está aclimatando bien, así que vuelve a intentarlo con el mismo resultado hasta que se percata que no están sobreviviendo dado el alto porcentaje de cobre que aún queda atrapado en el acuario, tanto en sus rocas como en el sustrato, y que, entre otras cosas, por la acción de las bacterias trabajando en los sedimentos, detritos, etc. los iones de metales, como el cobre son vueltos a liberar.
A este momento ya Juan se pregunta seriamente, en el mejor de los casos, si sigue en el pasatiempo. Para nuestro Juan la experiencia vivida en esos primero seis meses en el pasatiempo, desde que cicló su acuario, ha sido abrumadoramente frustrante.
Como cuál perfecto efecto dominó toda esta cadena de sucesos desencadenados solo ocuparon un mal conocimiento y una mala o ausencia de cuarentena.
¿A cuántos Juanes conocemos o cuántas veces hemos sido Juan?
La moraleja de esta historia, que con un poco de sazón les he compartido, es que en nuestro pasatiempo debemos ser pacientes, educarnos, entender las consecuencias de cada acción que tomamos, jugar ajedrez varios movimientos adelante, resistir a los impulsos de querer las cosas rápidas, evitar atajos, debemos ser metódicos y que acciones como la cuarentena, o mejor dicho, una buena cuarentena, no se pueden saltar.